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Porque tengo un momento y sólo un momento para desahogar mi pena y no lo ocuparé nunca, no me detendré a llorar sola y no me arrepentiré de nada. No haré público de ninguna forma mi malestar ni mi infinito odio contra las sucias mentiras o contra la ignorancia de todo el mundo. Dejaré como ajeno todo ese dolor y no me pertenecerá nunca, ¡no hará falta desahogarme!
Iré a mirar las flores y a escuchar una canción feliz y lenta mientras cada uno de ellos intenta contagiarme con sus inútiles angustias y sus estúpidas responsabilidades y tristezas. ¡Qué vengan a contarme sus problemas! Mis palabras me pertenecen sólo a mí y nada ni nadie podrá arrebatarmelas y usarlas a su favor, nadie me rogará y nadie me necesitará nunca y cuando quieran que esté ahí para llorar junto a ellos y sentirme desdichada, en ese preciso momento yo estaré sentada junto a un árbol y un par de flores mirando el cielo y sintiéndome alegre y feliz e infinitamente llena!